En el año 2009, el Consejo de Profesional en Ciencias Informáticas (CPCI) presentó un proyecto de ley que proponía regular la actividad informática en el país. Según este proyecto de colegiatura, solo podrían ejercer la informática aquellos profesionales que tuvieran título de grado o posgrado en la disciplina, o que acreditaran 10 años de experiencia en el rubro. Los que no cumplieran con estos requisitos deberían inscribirse en un empadronamiento especial sujeto a la aprobación del CPCI.
¿Qué motivó este proyecto? 🤔
El CPCI argumentó que la colegiatura informática era necesaria para garantizar la calidad, la seguridad y la ética de los sistemas informáticos, así como para defender los derechos y los intereses de los profesionales del sector. Además, afirmó que la informática era una actividad de interés público que requería de una regulación específica, al igual que otras profesiones como la medicina, la ingeniería o la abogacía.
¿Qué reacciones generó este proyecto? 😲
El proyecto de ley del CPCI fue rechazado por gran parte de la comunidad informática, que lo consideró una medida restrictiva, discriminatoria y corporativa. Muchos informáticos señalaron que la colegiatura limitaría el acceso y la innovación en el campo, y que no garantizaría la calidad ni la ética de los sistemas. También cuestionaron la representatividad y la legitimidad del CPCI, y la falta de consenso y de participación en la elaboración del proyecto.
¿Qué pasó con este proyecto? 🚫
El proyecto de ley del CPCI fue presentado en la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires en julio de 2013, con el apoyo de algunos diputados nacionales, legisladores interbloques y autoridades de universidades con carreras de informática. Sin embargo, el proyecto no prosperó y fue archivado en 2015, sin haber sido tratado ni debatido en el recinto. Desde entonces, no se ha vuelto a presentar ninguna iniciativa similar en el ámbito legislativo.
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Conclusión: ¿Qué aprendimos de este proyecto? 📚
El proyecto de ley de colegiatura informática fue una propuesta que generó mucha polémica y controversia en el ámbito informático argentino. Aunque su objetivo era regular y profesionalizar la actividad, su planteo fue percibido como una amenaza y una imposición por muchos informáticos, que defendieron su libertad y su diversidad. El proyecto fracasó y quedó en el olvido, pero nos dejó una lección: la informática es una disciplina dinámica, plural y abierta, que no se deja encerrar en una sola forma de ejercerla. Y eso es lo que la hace tan interesante y desafiante.